miércoles, 4 de mayo de 2011

Roma día 1 y 2, Flavia Ricci

(sigue del post anterior ...)

los paseos en el coche de mi tío son interminable, como Roma. A los dos días de estar aquí comencé a hablar italiano, idioma que tenía olvidado sobre todo por falta de práctica. Ir a coche rumbo al centro de Roma, ver cómo de forma tan imprevista como imponente se abre ante mis ojos el Coliseo es hermoso. Esta es mi cuarta vez en esta ciudad y por eso mismo disfruto redescubrirla al tiempo que disfruto que mi padre la descubra. Como una madre cuando sabe que su hija abre un regalo que previamente ha querido tener y en vez de mirar el paquete le mira la cara a la pequeña, así miro más la cara de mi padre que los monumentos que se abren paso constantemente.

El Circo Massimo, Piazza Venezia, Via del Corso ... vamos paseando como en una peli de Mastroianni con la Loren y me imagino a mis abuelos caminando por la Roma de los años 30 y 40. Después de todo ese recorrido fuimos finalmente a la casa donde vivió mi papá y a la cual yo no regresaba desde 1999. Él en cambio jamás había vuelto. No me imagino tanto tiempo sin ver dónde nací, pero el caso es que para él pasaron los años a miles de km. Y después de ese paseo, a casa de mis tíos a cenar y ver Barcelona-Real Madrid.

Pero, hay algo que me falta, que echo de menos. Me vuelve esa sensación que tuve la última vez que fui de paseo a Barcelona: pienso constantemente en mi madre, en mi hija, en todo lo que tengo allí en Argentina. Está claro que no se puede comparar el Coliseo o la Sagrada Familia con la Plaza San Martín de Tres Arroyos. Está claro que no es allí mi lugar en el mundo ni donde están la mayoría de mis amigos. Pero es donde quiero apoyar la cabeza sobre la almohada para descansar. Y cuando pienso en llamar a mi madre y tener que marcar +54 algo me pasa por dentro.

Hoy, por ejemplo, me ha venido una súbita bronca porque no encontraba un locutorio. Sitio que en Argentina hay cada dos cuadras. Y me ha venido la bronca porque no solamente no encontré hasta mucho tiempo después un locutorio, sino porque sentía la gran necesidad de hablar con mi madre. Como cada día lo hago, no me resigno a no verla o poder hablar, aunque sea con esta netbook o con un teléfono de por medio. Me han venido súbitas ganas de llorar, cuando he visto que cada uno está en su vida pero nadie piensa en ese tipo de necesidades que tenemos quienes no estamos en nuestra tierra. He dado con un locutorio cerca de Roma Termini en donde estaba lleno de extranjeros. Me ha resultado muy barata la tarifa para llamar a Argentina y definitivamente escuchar la voz de mi madre me ha facilitado seguir adelante "como si" ella estuviera en la misma ciudad.

Vaya una a saber qué extrañas sensaciones se han movido dentro de mí para generarme aquello. He ido al super y he encontrado los precios más que accesibles para un argentino. Y he regresado con un par de cervezas y esperando comer la pizza esta noche en familia.

Parece mentira, apoyar la cabeza en la almohada estando en Roma. Parece mentira de que un día al otro podamos estar a miles de km de donde vivimos. Así nomás, en un abrir y cerrar de ojos, de repente no escuchamos más el argentino y nos vemos rodeados de otros idiomas. Fascinante y extraño a la vez, esto de los viajes ...

2 comentarios:

  1. me encanta cómo relatas tus experiencias! suerte que en breve podré participar en directo de alguna de ellas :)

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  2. Gracias Jaume!! Ya mirar Barcelona desde el avión me pone los ojos lagrimosos y llenos de emoción y me invaden unas ganas locas de saltar a las Ramblas para beber mis habituales Voll-Damm. En breve podremos hacerlo, como siempre :)

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