viernes, 20 de mayo de 2011

La ciudad donde paseo sin mapa, Flavia Ricci

El 18, después de algunos rodeos necesarios del avión, comencé a divisar Barcelona desde el cielo. No sé si estoy soñando y temo darme cuenta en Argentina que estuve en Barcelona. Porque Barcelona siempre me ha parecido un sueño: leo carteles, camisetas, calles e indudablemente estoy aquí. Pero es que no me lo termino de creer.

Estamos en un ático a 10 metros de las Ramblas y 100 metros de Plaza Catalunya, el corazón de Barcelona. Salir por las Ramblas es un regalo para los ojos y el corazón: colores, aromas, idiomas, mucha gente siempre.

Barcelona no tiene los monumentos de otras ciudades, ni la cantidad de habitantes, ni la antigüedad. Pero Barcelona tiene algo que le llega siempre a quienes vienen a conocerla, mucho más a quienes hemos vivido o viven aquí y, desde luego, a mí me llena el alma de forma única.

Es coger el móvil y llamar a mis amigos. Es hacer una cerveza en sitios que conozco. Es caminar y recordar aromas, sensaciones, personas que han pasado y aún están en mi vida. Es donde estudié. Es donde nació mi hija. Es donde encuentro gente educada, culta, generosa, sensible, tolerante, abierta, cálida.

Barcelona es un sitio en donde no me siento extranjera, donde no necesito mapas ni planos, en donde no me pierdo: ME ENCUENTRO.

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