lunes, 23 de mayo de 2011

Con los 5 sentidos en Barcelona, Flavia Ricci

Me levanto cuando me despierto en Barcelona, comienzo a creerme que estoy aquí. No sé por dónde comenzar a recorrer y seguir recorriendo esta ciudad, y pueden pasar horas hasta que me doy cuenta del tiempo que pasó desde que comencé a hacerlo. Devoro Barcelona y quiero llevarme trozos de todo: sus colores, su gente, sus sitios recónditos del Born o del Raval, sus calles de Gràcia, sus autobuses, el metro, Passeig de Gràcia y más, mucho más. Cada calle me lleva a otra, y esa otra me lleva a una salida de noche, de día, a alguna persona que pasó o aun circula por mi vida. En todo caso, todo ello circula, bulle, en mi mente. Bajo por el Borne rumbo a Vía Laietana para meterme en el Gótico y la alegría me invade. Una alegría que hace que quiera bailar, sonreir, abrazar a todos. Salir por las Ramblas es un regalo para los ojos. Hacerlo sobre las 9 de la mañana, cuando el sol no está arriba y la gente no es excesiva. Siento, siento Barcelona meterse dentro de mí. Y me gusta. Porque no siento que sea un desembarco entre extraños, sino un reencuentro. O mejor, es poder sentir todo lo que llevo dentro y muchas veces en otros sitios no puedo expresar: por prejuicios, por temores, por el "qué dirán". Aquí hay gente generosa, solidaria, sonriente, cálida, que escucha y comparte. Yo quiero abrazar a cada uno de mis amigos, porque es como si siempre hubiese vivido aquí. No tengo que "adaptarme" a Barcelona, para nada. Sé lo que hay, sé lo que no hay. Barcelona no son piedritas de colores. Es lo que ves, lo que tocás, lo que olés, lo que degustás, lo que escuchás. Eso es. Un mundo que se vive con los 5 sentidos a cada momento, en cada lugar.

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